martes, 31 de mayo de 2011

Ciberespectáculo

Los acontecimientos del S11 han conmocionado al mundo y habilitó todo tipo de intervención de EUA en cualquier país en busca de terroristas o de petróleo. Así se han realizado violaciones sistemáticas de los derechos internacionales y humanos bajo la consigna "el fin, justifica los medios". 
Es importante resaltar que cualquier pérdida humana es un acontecimiento repudiable sea del bando, ideología, credo, etnia, etc. que sea.
La noticia de la muerte de Osama Bin Laden conmocionó al mundo. Sin ánimos de entrar en cuestiones políticas o ideológicas el hecho que queremos resaltar es como el presidente Obama y su comitiva siguieron la operación desde Washington cómodamente instalados y horrorizados por momentos de las imágenes que en vivo y directo estaban viendo. Es increíble como el espectáculo de la muerte se ha difuminado por la red. Cómo los aspectos humanos y éticos han quedado soslayados.

Cuando la invación a Irak se encontraban en la red videos de decapitaciones, que si bien no eran en tiempo real, eran igual de trágicas. Muchos siguieron dichos espectáculos.

Yendo más atrás en el tiempo, y casi a la génesis del espectáculo en vivo (1990-1991). Podíamos ver a través de nuestro televisor el sádico espectáculo de la muerte y destrucción a través de la guerra del golfo, la operación Tormenta en el Desierto, que se vió en vivo a través de la televisión para abonados. Uno miraba la tv cual si fuera al cine a ver Rambo, pero los efectos especiales eran impactos reales en ciudades con niños y familias y sin segundas tomas. Sentado en el sofá, podíamos ver la muerte de miles de seres humanos, veíamos como cientos de familias quedaban mutiladas.

Además, el negocio armamentístico crece constantemente y con una guerra de vez en cuando se  aseguran, por un lado, probar nuevas invenciones y por el otro tener un rédito interesante.
Además, los nuevos avances, permiten matar sin mirar la destrucción que causa, sin que pese la imagen en nuestra retina. Uno tira una bomba desde un escritorio, o dirige un avión sin tripulación, o envía un misil como si se tratará de un juego electrónico con la salvedad de que la muerte es real e irreversible. La muerte, como mucho de nuestros vínculos, paso a estar mediada por algún elemento tecnológico. Ya no se mata en presencia del otro o in situ o directamente, sino a través de una pantalla que dirige el destino de un misil. Son guerras a distancia que llegan a nuestras casas para contemplar el espectáculo de la destrucción o autodestrucción del hombre desde la comodidad del hogar.